Como la mayoría de personas no sabia lo que era capaz hasta que me vi forzado a hacerlo, a lo largo de mi vida escuche muchos testimonios y relatos que hablaban del emprendedor. Por lo general me animaban pero la costumbre del colombiano a la procrastinación hacia que el impulso se perdiera con el pasar del tiempo. Fue así como vi que varias de mis ideas eran ejecutadas por otras personas. Entonces se daba el efecto de autocompasión con justificación y me decía a mi mismo cosas como: pero eso es allá, esa era mi idea pero acá yo no la podía ejecutar, si hubiese tenido plata, total acá estoy bien.
Al parecer mi zona de confort me frenaba una y otra vez, además como efecto dañino el perder las oportunidades cada vez dolía menos. Además la creatividad se iba deteriorando por hacer siempre lo mismo bajo las ordenes de un jefe. Tanto así que las ideas se fueron enfocando cada vez más en las necesidades de la empresa y de mi jefe más que a las mías.
Hasta que un día en un viaje reunido con Colombianos en San Francisco entendí que el ser empresario no es algo fácil pero no es imposible, que mis ideas podían ser buenas o malas pero eran mías y debían ser ejecutadas. Más importante aún el fracasar no es lo peor, los grandes también se equivocan no son dueños de la verdad absoluta lo importante es entender que cada error cada fracaso te encamina hacia el éxito, si te levantas y persigues tus sueños.